Detrás de cada gran fortuna se esconde un gran crimen. Balzac.
Por Mg. Jorge Rojas Quevedo
La frase, provocadora y atemporal, invita a reflexionar sobre los límites entre éxito económico, ética empresarial y cumplimiento normativo. En el contexto chileno, la entrada en vigor de la Ley N° 21.595 sobre Delitos Económicos obliga a replantear esta discusión desde una perspectiva mucho más concreta: la proliferación de nuevas figuras delictivas y dolosas convierte la gestión empresarial no solo en un desafío operativo y tributario, sino también en un ejercicio de cumplimiento estricto con la legalidad.
Hoy en día, la creación de valor sostenible no se mide únicamente en utilidades o en indicadores de crecimiento. La verdadera diferenciación está en cómo una organización es capaz de articular su actividad comercial bajo un estándar de alto contenido ético, respetando integralmente la legislación tributaria, penal y societaria. Lejos de ser un obstáculo, este enfoque se transforma en una ventaja competitiva: la transparencia fiscal y el compliance tributario robusto permiten prevenir riesgos penales, asegurar confianza de inversionistas y fortalecer reputación corporativa.
La sofisticación del sistema chileno, con nuevas tipificaciones de delitos económicos, exige a directores, ejecutivos y asesores jurídicos una visión estratégica y preventiva. La gestión tributaria eficiente ya no se reduce a la optimización de cargas fiscales, sino que implica integrar políticas de cumplimiento, auditorías internas y protocolos que respondan adecuadamente a este nuevo marco normativo.
Si antes la frase de Balzac sugería la sombra del ilícito como motor del éxito económico, hoy es posible plantear lo contrario: las grandes empresas del futuro se sostendrán sobre cimientos de legalidad, ética y cumplimiento efectivo. Ese será el verdadero catalizador de la confianza social y de la sostenibilidad empresarial en Chile.

